19 abr 2011

Martes 12 de abril, Chichen Itza, Estado de Yucatán


                Desde Mérida hasta Chichen Itza hay aproximadamente una hora de viaje por autopista. El auto que alquilamos es el más económico de todos, un Atos, diseñado por Nissan pero aparentemente no fabricado por Nissan. Tiene aire acondicionado, que es lo importante, pero nada más. No tiene dirección hidráulica o asistida, y el volante me resulta durísimo. En fin, por algo más de 100 pesos argentinos no se podía pedir mucho más. Hacemos el viaje tranquilos, casi no hay tráfico en la autopista. Cuando llegamos a la bajada de Chichén son las 12 en punto y el sol te incendia. Paramos a preguntar cómo seguir a partir de ahí y nos terminan vendiendo un paquete para el parque que incluye un estacionamiento y acceso “vip” y un almuerzo tipo tenedor libre, por unos $90 argentinos.

La cancha de pelota es la más grande de México

La pirámide de Kukulkan

El observatorio astronómico


                El parque es grande y lo recorremos casi completo, pero finalmente el sol nos gana (a la noche nos enteraríamos que la temperatura había sido de 38 grados)  y nos vamos a hacer uso de nuestro “buffet”. La comida es en un hotel que está en el pueblito que antecede a Chichen Itza. Por suerte es estilo “internacional” porque ya no estamos para comida mexicana.
                Después del almuerzo nos vamos hasta el cercano pueblo de Valladolid, conocido por su Iglesia y por los cenotes (ríos subterráneos) a su alrededor. La Iglesia quedará para otro día. Llegamos al cenote Kekén cerca de las 5 de la tarde y nos avisan que cierran 5 y media. Igualmente me da tiempo a darme una zambullida en el rio.
El cenote de Keken



                A la vuelta pierdo la subida a la autopista y termino en la ruta “común” a Mérida, lo cual quería evitar porque es de doble mano (carril de ida y de vuelta) y se esta haciendo de noche. Y a los costados de la ruta no hay campo abierto como en la ruta a Pinamar sino una densa selva. Pongo el Atos a 140 para aprovechar la última luz del día y tiembla lindo. Silencio en la nave. Finalmente, después de alrededor de una hora de ruta, desembocamos en la autopista antes de que se haga noche cerrada y todos contentos.
                Cuando llegamos estamos agotados. Solo atinamos a pasar por un Burger a comer una hamburguesa y zambullirnos en la cama. Al día siguiente nos vamos para Cancún.

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